Leslie estaba segura.
Su mejor amigo Brad había perdido totalmente su mente.
Después de ser forzada a salir de la cama a las seis de la mañana, Leslie había renunciado a pensar que el día mejoraría . Ella había gemido y llorado y suplicado por alguna misericordia, pero Brad no había mostrado ninguna.
—¡Esto es importante, Les! —La llamada telefónica había llegado en algún lugar alrededor de las cinco y media de la mañana, y su tono de mando sonó en sus oídos, no menos molesta que un reloj de alarma a todo volumen. —Yo soy importante. Nada más debería importarte antes que saber lo que está sucediendo en la vida de tu mejor amigo, y esto es enorme. ¡Mujer, te necesito ahora!
A Leslie le encantaba escuchar esas palabras cuando venían de la boca sucia de su novio. Viniendo de Brad, sin embargo, sólo la apagaban. No sólo tenía que poner fin a su sueño, sino que tenía que rechazar la solicitud de Pat tentadora y sustituirla por otra ronda de comodines antes de irse. El pobre tendría que conformarse con un polvo rápido y volver a dormir solo.