La lluvia caía a cántaros por la cubeta de carga. Incluso con su paraguas, John Wood tenia empapada la piel. Se agachó pasando toldo por toldo mientras se abría camino por la calle, evitando los charcos y tratando de eludir lo peor de la inundación.
Realmente no le estaba ayudando. No sabía por qué seguía haciéndolo, salvo que pararse seria como admitir que la tormenta podía con él y de cualquier manera, hacer una pausa bajo los toldos le daba un segundo o dos de paz sin ser salpicado en la cara. Tenía que elegir hoy, de todos los días, para quedarse sin víveres. Casi no había salido, pero en una contienda entre la lluvia y pasar hambre, el hambre había ganado.