terça-feira, 6 de janeiro de 2015

Ocho Días



Es curioso cómo se puede conocer a alguien toda tu vida y creer que lo tienes  todo resuelto, pero entonces, de repente, te das  cuenta de que no es así. De repente, no es la forma en que pensabas  que era o lo que pensabas  que sería. Y tú estás de pie allí, sintiéndote como un idiota con los pantalones bajados y la polla en el viento, tratando de tener una idea de qué diablos está pasando.
Eso es lo que pasó cuando  por primera vez tuve la  idea de que tal vez había algo más entre Josh Segal y yo que la amistad. Pero en ese mismo instante, comencé el proceso de ponerme en su dirección en todas las reuniones de los  domingos. Y cuando entendí lo que quería, parecía que necesitaría  un milagro para llegar allí. Pero, hey, si soy algo es persistente, por lo que de ninguna manera estaba  dispuesto a ondear la bandera blanca. Nope. Me agarré a la barandilla del barco y oré por un milagro, ya que me estaba hundiendo.
La suerte quiso que lo  tuviera, era la estación apropiada para ese tipo de cosas.



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